Los miembros de la familia británica siempre han dado de qué hablar por las controversias que rondan sus vidas privadas y a las cuales solo podemos tener acceso por medio de rumores amarillistas o de algunos ex trabajadores que cuentan sus experiencias al trabajar con la monarquía inglesa. Pero han sido algunas pocas las que se confirmaron, causando poner los pelos de punta a todo el mundo, a los que la reina Isabel II solo guarda silencio.
Desde la teorías que hablan sobre la infidelidad de Felipe de Edimburgo hacia reina Isabel II hasta la aparatosa salida del príncipe Enrique y Megan de la casa real. No obstante, entre estos chismes surgen revelaciones de familiares que cometieron terribles actos y que por desgracia solo han tenido menores consecuencias al ser protegidos de la corona del mismo modo que para evitar terribles castigos.
Uno de esos miembros fue el primo de la reina, Lord Mountbatten, fue acusado por Arthur Smyth de abuso en dos ocasiones en 1977 durante su estancia en el hogar para niños Kincora en Irlanda del Norte, 56 años después. Smyth declaró para Sunday Life que fue presentado con un misterioso hombre al cual no reconoció en su momento hasta años después. Años mas tarde, el tío del duque de Edimburgo fue asesinado por el IRA mientras disfrutaba de sus vacaciones de verano en Cassiebaw, Irlanda.
Siguiendo al caso de Lord Mountbatten, el más reciente y que más público fue debido a su nexo con el empresario Jeffrey Epstein, cuya amistad trajo una mala reputación al Duque de York así como a la monarquía. Epstein fue acusado de tráfico de menores y pornografía infantil. La relación que existió entre Andrés de York y el criminal fue tan estrecha que Epstein lo puso en contacto con Virginia Giuffre.
En ese entonces Virginia era menor de edad y fue llevada hasta Inglaterra para presentarla con el Duque y así abusar de ella. En múltiples ocasiones los representantes de la realeza salieron a defenderlo por medio de comunicados hasta que al mostrarse las suficientes pruebas tuvieron que retirarle los títulos así como dejó de usar el tratamiento de alteza real. Según fuentes, esta fue una decisión que el propio hijo de Isabel II quien renunció voluntariamente a todos sus cargos honoríficos.