El mundo sigue manteniendo viva la memoria de Lady Di. Ella supo conquistar a todos con su rol de filántropa y humanitaria. Su activismo y el glamour la llevaron a convertirse en un ícono internacional que sin duda le han valida su popularidad fuera de Gran Bretaña. Su nombre incluso hoy sigue siendo motivo de análisis.
La princesa de Gales sabía cómo moverse entre la realeza, después de todo ella nació en el seno de una familia de la nobleza británica. Su niñez la pasó en Sandringham muy cerquita de quien algunos años después se convertiría en el padre de sus hijos. Era la menor de los Spencer y como tal supo ser la más mimada de sus hermanos. El divorcio de su padres en 1967 la afectó profundamente.
La ex del príncipe Carlos tenía talento para muchas cosas, entre sus habilidades se destacaban su habilidad para la música, la danza y los deportes. Fue en el distrito de Park House donde ella pasó sus días desarrollando sus talentos y siendo feliz mientras sus padres aún permanecían juntos. Sin embargo, el lugar que supo ser de los más lindos de la zona se ha transformado en un espacio abandonado.
El deterioro comenzó cuando Lady Di se mudó junto a su familia a la residencia de Althorp House en 1975. Ese año nombraron a su padre como vizconde de Althorp. Cuando en 1983, ella se casó con el príncipe Carlos destinó la residencia a los más necesitados. Park House pronto se convirtió en un centro para personas con capacidades diferentes.
La mansión fue adaptada totalmente para este noble fin. Esclerosis múltiple, Parkinson, espina bífida, parálisis cerebral, lesiones de la médula eran tan solo algunas de las enfermedades que tenían quienes llegaban a la residencia en la que Lady Di pasó su infancia. Este fue uno de los legados más grandes que dejó y por los cuales llegaron a llamarla algún tiempo después como “la princesa del pueblo”.