En la monarquía británica se han acumulado un gran número de joyas, a lo largo de los años estas joyas son pasadas entre la realeza de ano en mano. Sin embargo, la Reina Isabel II ha decidido olvidar la tiara de Hesse, ya que desde el uso que le dio la princesa Alicia de Battenberg es calificada como la “tiara de la maldición” por la fama que precede.
En el momento que la princesa Alicia de Battenberg iba a casarse con el príncipe Luis de Hesse, su padre el príncipe Alberto, marido de la Reina Victoria, le obsequió la tiara. Sin embargo, no logró ver a su hija porque falleció de tifus antes de la boda. Cuando se realizó el casamiento, se calificó como la más triste.
La maldición de la tiara no quedaría ahí, sino que al tiempo el reciente matrimonio perdería a tres hijos y ella fallecería a sus 35 años de difteria. Su hijo Federico moriría 5 años antes al chocar contra una ventana y sus otras dos hijas, Ella y Alix, serían realeza de Rusia, pero fueron ejecutadas durante la Revolución Rusa.
En el documental “Secrets of Royal Jewellert” de Kate Williams, cuenta que el único hijo vivo, el príncipe Ernesto y su esposa “tuvieron bastante mala suerte, ya que su hija murió de fiebre tifoidea y otro hijo nació muerto”. El matrimonio junto a Victoria Melita de Edimburgo y Sajonia-Coburgo-Gotha se rompería al tiempo.
En el segundo matrimonio de Ernesto, llegó a la realeza británica, donde la tiara volvería a desatar tragedias. La Reina Isabel II iba a usar la misma corona para el día de su casamiento, al igual que Alicia de Battenberg, pero optó por lucir la tiara fringe que trascendió generaciones. La corona de la maldición no volvió a usarse.