Isabel II durante su largo reinado de 70 años siempre lució impecable. En los eventos oficiales a los que asistía la reina, contaba con el asesoramiento de especialistas en protocolo real y también en estilismo. Sin embargo, había algo que la madre de Carlos III solía hacer sola, y es el maquillaje diario.
Angela Kelly, fue una de las personas que trabajó con Isabel II por más de dos décadas. Recientemente, escribió un libro en el que hizo algunas revelaciones sobre la Familia Real. En “The Other Side of the Coin: The Queen, the Dresser and the Wardrobe”, la modista reveló algunos secretos sobre la reina como el curioso truco del té para envejecer la tela del ropón de bautizo, la empleada que se prueba sus propios zapatos y el truco de la ginebra para mantener siempre brillantes todas las joyas.
Además, en sus páginas escribió sobre el cuidado del rostro de la madre de Carlos III. Si bien la reina se encargaba de su arreglo facial todos los días, había una fecha en la que solicitaba los servicios de una maquilladora profesional. Ello se debía cuando tenía que pronunciar los discursos televisados de Navidad.
Para esas ocasiones, Angela Kelly escribió en su libro que Isabel II confiaba su arreglo personal a Marilyn Widdess. La reina quería conseguir la imagen perfecta, pues estaba consciente de que millones de británicos y personas de todo el mundo estarían pendientes de cada detalle. Es por ello que quería que su imagen fuera la adecuada para las cámaras de televisión.
Según lo publicado por la modista que trabajó con la monarca, ella hidrataba la piel de su cara y se maquillaba. Para ello, Isabel II aplicaba rubor y su lápiz labial favorito en tono rosa. Desestimaba la idea de su tatarabuela, la reina Victoria de que usar maquillaje no es de buena educación.