A pesar de que son considerados como dos de los soberanos más importantes de todo Europa, los reyes Letizia y Felipe son el claro ejemplo de un amo sacado de cualquier cuento de hadas, mismo que no es tan oerfecto como todos lo imaginan, pues hay un vicio de él que molesta demasiado a la ex periodista, mismo con el que ha tenido que lidiar por año.
Para nadie es un secreto que la relación de la reina y su suegro no es la mejor de todas, pues no ha temido en despreciar cualquier cosa relacionada con el rey emérito, Juan Carlos, a quien tiene a miles de kilómetros lejos de ella y su familia, pues el vicio de su esposo la pone peor cuando recuerda que su marido la aprendió de su padre.
Recordemos que una de las cosas que verdaderamente saca de quicio a la asturiana es la alimentación, tanto la suya, la de sus hijas y la de su marido, acciones por las que algunos la han señalado de controladora hasta el límite, pues en casa se han pasado muchos años cenando sopa de acelgas, comiendo cosas sanas, eliminando de sus dietas los azúcares y la bollería industrial y todo tipo de productos que Letizia considera obra de Satanás.
Sólo hace falta ver la escultural figura que la monarca posee a sus 50 años de edad para darnos cuenta que tienen una verdadera obsesión healthy, algo por lo que su marido hace una especie de ‘berrinche’, ya que si don Felipe se quede sin un caramelito, no se corta un pelo, con esto nos referimos a otra cosa de comida, salada, calórica y que la reina detesta.
Lo que más odia la reina Letizia de su esposo
Uno de los vicios de Felipe, que si podía, satisfacía un golpe por semana, era autoregalarse un kebab para comer, un durum o un shawarma con todo: salsa picante, de yogur y muchas cosas dentro, pues sin duda alguna se trata de una delicatessen a ojos del Borbón, aprendida y heredada de su padre Juan Carlos, ya que el antiguo rey enviaba cada semana a uno de sus guardaespaldas a buscarle un kebab para zamparse en palacio de un pequeño local de Madrid donde a menudo Juan Carlos y Sofía hacían un pedido, cosa que emocionaba a su hijo Felipe, gran amante de este manjar.
De hecho, desde el instituto que Felipe y sus padres encargaban los kebabs en el mismo establecimiento, no fue sino hasta que a Juan Carlos se le fue la mano, hasta que empezó a cazar elefantes, hasta que no se escondió tanto como antes a la hora de encamarse con cualquier mujer que no fuera la reina Sofía.
GBR.